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"Hasta diez, no paro." pensé entusiasmada.
Cuando iba por la mitad del uno, taché todo lo escrito.
En el dos, no puse nada: la balanza se adelantó con una cifra que hacía imposible toda intención de bajarme algún día de la báscula, feliz.
En tercer lugar, el trabajo se abrió paso. Para qué pensar en trabajar, si se estoy de vacaciones. Ya veremos, me dije.
Llegada al item cuatro, tocaba pensar en la vida social. No doy a basto con la familia y los amigos de la infancia, las madres del colegio y los compañeros de profesión. Pues por este año, mejor paso de hacer nuevos vínculos, quizás en facebook. Nunca está de más un "me gusta".
No dio para escribir cinco, en el quinto renglón de la agenda recién estrenada.
Este año será diferente, resoslví. Este año va a ser de agradecimiento.
Este año voy a dar gracias, porque el año pasado fue un año difícil, después de sentir el dolor de la pérdida de un ser querido, luego de sentir el abandono y la estafa de la que son capaces los que alguna vez te quisieron, aunque en realidad, aprendí que nadie te estafa ni te deja de querer, solamente muere, ya no existe más, quizás también aquel que fuiste, murió en ese momento.
Después de temer por el bienestar de mis seres queridos, luego de los reveses económicos, siento que solo puedo dar gracias por haber aprendido a estar frente al espejo, a saber quien soy, cuando creí que solo era alguien si alguien me quería.
Gracias por los reveses cuando nos enseñan a andar derechos, de pie y con la frente en alto.
Gracias por haber aprendido a conocer cuantos errores cometí y a pedir perdón por ellos. No habrá tiempo para enmendarlos, pero sí lo habrá para no demandar, no suplicar, y aceptar que el alma camina sola y mejor, cuando va liviana de reproches y enojos.
Aprendí a perdonar, pero no a olvidar, borrar la experiencia es una arbitrariedad y un lujo que no nos podemos dar. La vida no es justa, pero siento que yo sí puedo saber qué es lo justo. Decirlo, es una manera de hacer justicia.
Doy gracias porque el dolor que he sentido, me hace entender a los marginados, a los desplazados, a los desclasados, a la mujeres y hombres víctimas de abuso, a quienes pierden el techo, y no sueñan con las estrellas, sino con una mano solidaria que los cobije y proteja.
Este año, no tengo propósitos, este año daré gracias, y trataré de aprender a vivir con menos y a sentir más.
Al fin de cuentas, ése es mi propósito.
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