MIXTURAS DE UN RECUERDO
Abrí la puerta y allí estaba. El tiempo anduvo todo lo que pudo con tu imagen. La humedad fue la que más se ensañó con tu mirada.Todo olía a rancio, a tiempo mal vivido, a abandono sin remordimiento.
Qué poco dejó de vos el recorrido de las agujas. Un poco de tus ojos, tus manos a los lados del cuerpo, en esa señal de impotencia y "¿qué se le va a hacer?" que tantas veces te oí decir.
Tu pelo, que al final no puedo recordar qué color tenía, porque en el blanco y negro, todo puede mezclarse y parecerse, para terminar en un gris desabrido como el dolor cuando se hace viejo.
No quedó nada de vos, de nosotros, de mi. No quedó nada, porque cuando se pierde la memoria, ese sentimiento al que te apegas por amor, cariño y melancolía, un buen día solo pasa a ser historia. Ese día, el arrebato insostenible, se vuelve exiguo, y todo vale lo que un billete, con el que te comprabas un palacio,y ya no compras nada: el Banco decretó que ya no circula y allí se quedó, bajo el colchón, al abrigo de los ladrones, deslucido, indiferente como un vestido ya sin dueño, después de la muerte de su precario habitante.
Busqué en mi memoria tu primer sonrisa, tu sorpresa al verme y reconocerme, tus ojos brillando ante el mundo que me ofrecías, tus manos acariciando mi piel erizada de sorpresa y deseo, tus brazos enredados a los míos en un universo infinito detrás de la puerta del otro lado del mundo.Tu cara de enojo, tu incomprensión y tus disculpas, tus tantos comenzar de nuevo, los reencuentros, los adioses, los finales, los principios, el amor que te tenía, el amor que me tenías. El amor que nos unía. El amor que nos separó.
Todo estaba en esa foto abandonada en un sitio perdido del que nadie ya se acuerda, fusionando lo bueno y lo malo que a todos nos pasa y que termina por perdonar con el olvido, hasta lo bueno que una vez sucedió.
Y así se fue navegando, tirado al mar, un ilustre pasajero, el último recuerdo.
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