LOS JUEVES UN RELATO: ASAMBLEA GENERAL

CUENTOS DE LOS NIETOS PARA UNA ABUELA

Era jueves. Lo recuerdo porque al otro día era viernes y el día anterior fue miércoles. El lápiz de color negro, ese que se viste siempre de frac, juntaba letras y solo conseguía historias tristes. 

Acosado por su temor de no poder escribir algo bonito, comenzó a dibujar fantasmas, blancos, como son los fantasmas; pequeños, como deseaba que fuera su melancolía.

Dibujó uno, dibujó cuatro, dibujó veinte. De pronto, al pensar en una merecida pausa en el portalápices, reparó en todos esos compañeros a los que la costumbre había vuelto casi invisibles. Algunos vestían colores brillantes y alegres, otros tonos más sobrios y severos y estaban también aquellos fluorescentes y díscolos. El señor de frac, los invitó a colorear sus fantasmas, y ellos con gusto y esmero aceptaron la invitación que daría color a los fantasmas. 

Los diferentes trazos y ritmos, al rozar el papel, llenaron el ambiente no solo de luz sino también de música y unos y otros comenzaron a bailar, por lo que sus trajes al entremezclarse en el vaivén, tomaron nuevos e inusitados colores. El negro no se vió tan negro y adusto. El amarillo chocó con el azul, y llenaron el paisaje de verdes cálidos. El azul, abrazaba al rojo, y así pudieron dibujarle a los árboles ramas a su follaje. El rosa con el celeste, tiñó las alturas de fascinantes lilas y fue así como ese jueves, y otros jueves que siguieron, las letras, los colores y las miradas, se volvieron alegres, ansiosas, inteligentes, soñadoras y sobre todo diversas.

Dicen que desde entonces, al séptimo día, que no es jueves, sino domingo, todos descansan para que el juego juevero, vuelva comenzar a la medianoche del jueves siguiente.

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Los participantes de este juego, aquí.