Conocí a parte de la familia de los HIPOS, una noche de ágape en casa, cuando tenía diez años.
Bajé a escondidas por la escalera y a mitad del camino, por entre los barrotes perfectamente torneados, pude disfrutar en primer plano su aparición en esa fiesta de aniversario familiar.
Concurrieron todos los compañeros de redacción del Diario de papá, así que la fauna resultó variada.
El presupuesto, solo alcanzaba para una fiesta "asalto" y la parte espirituosa de la reunión, fue dejada a voluntad de los caballeros.
El primer Hipo en aparecer, fue Vino Hipo. De condición bastante pobre, nomás descorchar la botella de aquel vino barato, surgió como por encanto al tercer trago. Sí, claro, lo propio era no abusar tanto del "beberaje", pero ya se sabe como son estas reuniones, entre la timidez y la alegría...
Sentado en un sillón, W.Hipo espiaba los acontecimiento con aires de intelectual. Le gustaba mecerse sobre el hielo mientras el líquido ambar zozobraba en el vaso de cristal, tomandose su tiempo para hacerse notar, en boca del Gerente principal.
Una joven con aire irreverente, despertó mi interés. Tekila Hipo, mejicana por su acento y su gracia, emergía en románticas rancheras de la boca del jefe de redacción, mirando a los ojos, a los hombres guapos, que no faltaban.
Zurito Hipo, un poco introvertido, se mostraba vergonzoso, cuando la espuma se derramaba, y el encargado de tirar la cerveza, era censurado por el grupo; hay cosas, que un buen catador, no perdona.
A media noche, hizo su aparición Ella, Champagne Hipo. Elegante, sugerente, tentadora. Luego del sabré, la base de la copa dejó caer el corcho sin que una gota se derramara. Sus burbujas treparon a la cabeza de todos, y la cantarola terminó en ópera: "Libiamo, libiamo ne'lieti calici..." Bueno, o algo así.
Mis ojos se caían de sueño, y la música me aturdía, cuando mi madre me cargó en sus brazos para llevarme a la cama. A tiempo pude advertir cómo Champagne Hipo, le hacía una sugestiva caída de ojos, a Vino Hipo, sin ningún tipo de reparos ni prejuicios, al fin de cuentas, lejanos o no, son todos parientes, aunque cierto es, eso de no mezclar...
A ninguno los volví a ver, hasta después de cumplidos los veintiocho, cuando un día mi corazón hizo "plop!" y casi murió de amor.
¡Pero eso, es otra historia!
Querida amiga: menuda idea la del pueblo de los hipo... Prestaré mucha atención cuando me acerque a sus dominios. Gracias por participar con edte relato tan divertido. Un hipobeso
ResponderEliminar¡Caramba, con los Hipo! No hay ganancia con ellos... A esta variante de la familia no la conozco pero a otros sí, y son muy parecidos.
ResponderEliminarCuando el corazón hace ploo... Ohmmm
Muy original tu entrada, Cass, y me alegra muchísimo volver a verte.
Un abrazo inmenso. Muchos besos.
Vaya derroche de imginacion...
ResponderEliminarHipovaporesetílicos Convertidos en una familia que va haciendo su aparición a lo largo de la noche. A su debido tiempo y no antes. Maravilloso lo de "no mezclar". Me ha encantado.
Saludos
Muy buena idea de los hipos, que ellos no. nos dejan respirar y son bastante molestos eso si la gracia la tienen ajaja. Ingenioso tu relato.
ResponderEliminarBesos.
Un relato insólitamente imaginativo.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Vaya fiesta se da esta familia de Hipos! Y con el plop final, perfecta ;)
ResponderEliminarUn beso, Cas
Pero bueno, qué preciosa historia. Ese final tan plops nos deja un poquito inquietos ¿eh?, porque casi morir de amor es mucho decir :-)
ResponderEliminarUn abrazo
Querida Cas, me alegra muchísimo leerte, entre hipos y tragos, siempre tus letras se destacan por originales y divertidas! Un fuerte abrazo, geminiana
ResponderEliminar=)
me encanta esta fiesta de diversos hipos, cada uno mostrando su destreza, pero eso si, ya se sabe que si se mezclan mucho pueden terminar en un gran Plop o con el plop de algún corazón.
ResponderEliminarUn abracito Cas Cas, un gusto leerte.